Nací en Lisboa, de la “cosecha” de 83 y creo que esta ciudad lo tiene todo. La veo como una ciudad mágica, fascinante para cualquier persona, acogedora tanto para los jóvenes extranjeros becarios de Erasmus, como para los habitantes de toda la vida. Me cautiva la fusión de sensaciones que se vive aquí y la forma en que la calma del río prevalece sobre el estrés urbano. Como lobo de mar, lo que más me fascina en Lisboa es la facilidad con la que se puede estar en una reunión de trabaja en un momento y a la hora siguiente estar haciendo kitesurf en una playa de la Costa da Caparica o en el Guincho. Me apasiona profundamente el Tajo, donde aprendí a navegar a vela a los 10 años, y lo recomiendo a cualquier persona que desee aprender a tripular varios tipos de veleros. Sobre todo, tanto de día como de noche, creo que sólo se consigue disfrutar verdaderamente del paisaje lisboeta a bordo de un velero. Preferentemente navegando con una agradable brisa, escuchando la proa cortar el agua y disfrutando de un buen vino portugués en buena compañía. Lisboa es mi casa en la playa, adonde, por mucho que viaje, siempre acabo volviendo.

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