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Ruta de la Industria

Nada se pierde, todo se transforma. Y se transforma para mejor. Es lo que ocurre de Marvila a Seixal y en los meandros de este recorrido.

No es ya novedad la relevancia adquirida por toda la orla lisboeta a lo largo del siglo XIX, con el desarrollo industrial. La zona de Poço do Bispo pasó a aglutinar una considerable masa poblacional en innumerables barrios operarios. En el transcurso de la historia esta zona perdería importancia, cayendo en el abandono. Sin embargo, al tratarse de una zona privilegiada con una buena exposición solar y vistas panorámicas, no tardó en renacer. Y entonces, lo que era un paisaje dominado por la industria pesada, de armamento incluso, pasó a estar dominado por el arte.

Xabregas, Beato, Marvila, Braço de Prata y Cabo Ruivo iniciaron su renovación. Un cambio que empezó de forma orgánica en la Rua do Açúcar. En esta calle, de apellido "la calle más dulce de Lisboa” herencia de una fábrica de azúcar refinado que allí existía hasta 1782, empezaron a emerger espacios modernos gestionados por jóvenes que abrieron cafés, restaurantes, barberías, cervecerías artesanas, galerías de arte…

Las galerías de arte fueron pioneras, pues pronto ‘olfatearon’ el carácter alternativo de este barrio tradicionalmente operario. La galería Baginski fue de las primeras que apostó en el barrio, en 2009. Siguió Vhils en 2013, y las exposiciones mensuales de Underdogs ayudaron a promover el lugar. Después Francisco Fino, que abrió su galería de arte contemporáneo en 2017, así como el artista Tomaz Hipólito, que pasó a compartir un renovado almacén con la arquitecta Helena Botelho presentando un proyecto de residencias para artistas internacionales.

En la misma zona encontramos Braço de Prata. Este centro cultural, que se instaló en la antigua Fábrica de Material de Guerra en 2007 cambió las armas por la expresión artística, llenando sus salas de cultura. En aquel edificio medio abandonado más de una decena de salas mutantes tan pronto se convierten en sala de conciertos como en galerías de arte, de curiosidades, estudios de cine, talleres de artes plásticas, espacios de restauración, etc.

Continuando por esta ruta, con el Tajo como paño de fondo, llegamos al Terreiro do Paço. Pero no sin antes pasar por la Fábrica de Gás da Matinha, verdadero exponente de la arquitectura industrial. Ya en el Terreiro do Paço no se puede permanecer indiferente a la travesía en barco rumbo a Barreiro, villa pesquera transformada en polo industrial. Pasar un día agradable en Barreiro es ahora muy diferente de lo que era en el pasado. Puede y debe empezarse con un paseo por la Mata Nacional da Machada y nada será igual si se pierde los emblemáticos molinos de mareas desperdigados por este concejo, rico en tradiciones y famoso por su casco viejo. A los amantes de la playa les gustará una antigua “estancia fluvial”: Alburrica. Y porque el arte también ocupa lugar por estos lados de la margen sur, aproveche para que sus pasos le lleven hasta el famoso mural del artista urbano Vhils.

De este mismo lado del río se encuentra Cacilhas. Se puede llegar hasta esta pequeña y simpática villa pesquera en barco desde Lisboa, saliendo del Cais do Sodré. De una cosa puede estar seguro: desde allí disfrutará de la más bella vista de la capital. Y si es este el punto álgido de la oferta de Cacilhas, Ginjal, con un conjunto de edificios hace mucho abandonados, en su mayoría fabriles y comerciales, acaba por ser la cereza del pastel. Y es que, a pesar de la quiebra de la mayoría de las actividades que allí existían, Ginjal nunca perdió vitalidad al ser lugar de paso para mucha gente a camino de un buen día de pesca, de un paseo o de sus innumerables restaurantes y cervecerías.

De regreso a la margen norte encontrará los gigantescos astilleros navales de Lisboa, más conocidos como Lisnave, localizados en Cacilhas. A pesar de estar cerrados, ya que la empresa se mudó a Setúbal, todavía es posible contemplar el pórtico del antiguo astillero, exponente ejemplar de la arquitectura industrial.

Continuando con la visita a la otra margen, y mismo al lado de Cacilhas, no se pierda la antigua fábrica Mundet, en Seixal. Fundada en 1905, se convirtió rápidamente en una de las mayores fábricas del sector del corcho en Portugal. En diciembre de 2016 se reconvierte en espacio de gastronomía, cultura y ocio, con un proyecto que homenajea el pasado histórico y la memoria del edificio. Aquella que fue una de las fábricas nacionales más importantes se reinventa, al respetar el pasado creando futuro. Y es que: nada se pierde, todo se transforma.