Arrábida

Si vienes a Lisboa y quieres conocer playas encantadoras, dirígete hacia el sur, al Parque Natural de Arrábida, cruza Setúbal y olvida el ferry para Tróia. Cuando recorres la carretera que te lleva a conocer la concurrida playa de Albarquel y la simpática playa de Figueirinha, sigue de frente. Busca las playas perdidas en las bajadas de la sierra, metros de arena dorada entre el azul transparente del mar y el verde exhuberante de la sierra. Recuerda los nombres: Galapinhos, Galápos, Coelhos y Creiro. Deja el coche y sigue a los que bajan y saben el camino. Merece la pena, de verdad. Un poco más alante, Portinho da Arrábida, una de las playas más bonitas de Portugal, también te espera en un escenario encantador. Al lado de Sesimbra, y la Laguna de Albufeira que invita a la práctica del windsurf y kitesurf. En Meco encontrarás playas naturistas, playas muy populares y un ambiente cosmopolita y sofisticado; mientras en Sesimbra el ambiente familiar y la bahía de aguas transparentes te invitan a quedarte.

Quien visita Setúbal y Arrábida, se queda impresionado con la magnitud de la naturaleza y el equilibrio entre la sierra y el mar. Pero para conocer mejor la naturaleza de esta región, principalmente de la inmensa zona del estuario del Sado, nada como recorrer la zona húmeda inmensa separada del mar por la Península de Tróia: la Reserva Natural del Estuario del Sado. Aquí verás muchas especies de aves y decenas de delfines, entre marismas, bancos de arena, campos de arroz y enormes bosques y cañaverales. Esta zona protegida alberga algunas especies amenazadas, como el murciélago negro y la nutria. Lo ideal es reservar uno de los muchos cruceros al estuario, que salen de Setúbal, para poder observar la naturaleza en su estado más tranquilo. Pero si solo tienes tiempo para la travesía en ferry a Tróia, quizás te cruces con los simpáticos delfines. La naturaleza aquí es famosa por su generosidad.

El castillo de Palmela es uno de los más impresionantes de la región. Testigo de las luchas de la primera dinastía (1143-1383) hasta el definitivo establecimiento del territorio del país, fue fundado por los romanos en zona estratégica, entre el Tajo y el Sado, probablemente en el 310 a.C. Pero la primera línea de fortificación es obra de los musulmanes (ss. VIII-IX). Es curioso ver las sucesivas ocupaciones, ya que las primeras torres circulares son romanas, las cuadradas árabes; el torreón del maestro de Avis; y las fortificaciones para cañones de D. Pedro II. Dentro hay unas vitas impresionantes de la Arrábida y del estuario del Sado. También están las iglesias de Sta Maria y de Santiago – esta última con azulejos del s. XVII y campas blasonadas. Merece la pena conocer el Castillo de Palmela.